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Knowledge @ Wharton

February 2015

El sector sanitario cubano busca ampliar sus fronteras

Este artículo ha sido elaborado por Knowledge@Wharton en colaboración con TTR - Transactional Track Record

El sistema sanitario cubano, presentado en numerosas ocasiones como el mayor logro de la Revolución Cubana junto con la enseñanza universal, ha sobrepasado los límites de las playas de la isla y hoy en día es uno de los principales productos de exportación del país. Los servicios profesionales realizados por los médicos y enfermeros cubanos -cerca de 37.000 trabajando en 77 países- generan una renta del orden de US$ 8.000 millones, según informan las autoridades locales.

Los médicos y los enfermeros cubanos son enviados en "brigadas médicas" a países lejanos, asolados por la guerra y las enfermedades, y que se encuentran mal equipados para hacer frente a las crisis humanitarias sin apoyo externo, como Haití, sacudido por un terremoto, y Liberia, devastado por el Ébola.

Los trabajadores cubanos del área sanitaria son enviados también a países de África, América Latina y el Caribe que no disponen del suficiente número de profesionales médicos para atender sus necesidades. Esos países pagan con petróleo (en el caso de Venezuela), buena voluntad y dinero en efectivo. El fallecido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, suscribió un acuerdo con Fidel Castro en 2000 para financiar 43 centros médicos en Cuba que atendieran de forma gratuita a pacientes venezolanos. Cuba, por su parte, tiene 31.000 profesionales médicos en Venezuela y recibe petróleo a cambio de ese trabajo.

La isla tiene una larga tradición de capacitación de estudiantes de todo el mundo en las 16 facultades de medicina que tiene esparcidas por su territorio. Esos estudiantes, en general, son patrocinados por programas de la Organización de las Naciones Unidas o por sus gobiernos nacionales, o incluso, reciben becas de postgrado concedidas directamente por el Gobierno cubano. Incluso ciudadanos americanos de comunidades de baja renta han sido invitados a estudiar en las facultades de medicina de Cuba a cambio del compromiso de trabajar de forma posterior en comunidades donde la atención es precaria.

Las instalaciones médicas en Cuba están, en gran medida, mejor equipadas que las de los hospitales de los países vecinos del Caribe. Con algo de inversión, dicen los observadores, el país podría atraer más estudiantes y pasantes de hospitales y proveedores de asistencia médica de EEUU. Las posibles dudas acerca del nivel de entrenamiento proporcionado por las instituciones médicas de Cuba no es algo que preocupe a las autoridades extranjeras. Muchas solicitan con frecuencia el servicio de los médicos cubanos -algunos de ellos son inclusive profesores en las facultades de medicina de esos países- para la realización de intervenciones especializadas.

Fue lo que sucedió, por ejemplo, con Rodrigo Álvarez Cambras, director del Complejo Internacional Ortopédico Frank Pais, en las inmediaciones de La Habana. Él atendió una solicitud para operar la columna de Sadam Hussein y trató al fallecido líder iraquí durante cerca de dos décadas. Álvarez señala que la política norteamericana incentiva hoy en día la misma fuga de cerebros de médicos cubanos que incentivaba después de la revolución de 1959, cuando cerca de un 50% de los 6.000 médicos del país abandonaron la isla. Aunque el número de médicos cubanos haya crecido más de diez veces desde la revolución, Álvarez duda de que Cuba esté dispuesta a suministrar profesionales médicos al mercado americano, ya que ellos se ven incentivados a no volver al país cuando se adhieren al Cuban Medical Professional Parole Program (CMPP).

El CMPP fue creado en 2009 por el Departamento de Estado de EEUU y por el Departamento de Seguridad Nacional. Él CMPP permite que médicos, enfermeras, paramédicos, fisioterapeutas, técnicos de laboratorio y entrenadores deportivos que trabajan en el tercer mundo soliciten un permiso de entrada en EEUU tan solo demostrando su ciudadanía cubana y presentando sus credenciales médicas en cualquier embajada o consulado de EEUU.

Cuando le preguntaron si preveía una época en que Cuba estaría dispuesta a enviar personal del área médica a EEUU, Álvarez dijo que la cooperación en el sector de servicios médicos no era imposible. "No tenemos nada en contra de los americanos", dijo, "pero Cuba no tiene el número suficiente de médicos para atender todas las solicitudes de asistencia médica que recibe del exterior". A pesar del ambiente caluroso en las relaciones políticas, Álvarez cita el discurso de Raúl Castro el 28 de enero en la Cumbre de Estados Caribeños y Latinoamericanos en que destacó varias condiciones para la normalización de las relaciones bilaterales entre EEUU y Cuba, entre ellas la suspensión del embargo comercial y la devolución de Guantánamo.

La ventaja de la proximidad

Actualmente, diversos hospitales de EEUU envían profesionales del área médica a países lejanos como Filipinas para que realicen prácticas, según informa Steven Ullmann, profesor de la Facultad de Administración de Empresas de la Universidad de Miami y director del Centro de Gestión y de Política Sanitaria.

Debido a la proximidad con EEUU, donde hay escasez de médicos y enfermeros que hablen español para los servicios de atención básica, tiene sentido que se piense en Cuba como base de entrenamiento y reserva de profesionales médicos, observa Ullmann, que es también coautor del libro "Salud en Cuba: sueños utópicos y futuro frágil" (Cuban Health Care: Utopian Dreams, Fragile Future). Él llama la atención sobre la preocupación del Gobierno cubano por el cuidado preventivo y su sistema descentralizado de médicos (58,2 por cada 1.000 habitantes), en que los profesionales se establecen en barrios distintos y son responsables de sus comunidades inmediatas. Esta es para él la receta para la baja tasa de mortalidad infantil del país (4,2 muertes por 1.000 recién nacidos vivos) y para la esperanza de vida relativamente alta de 78,6 años. Al mismo tiempo, Ullmann destaca que Cuba recibe ayuda humanitaria en forma de medicamentos y equipos médicos básicos por parte de donantes europeos y grupos de apoyo en EEUU.

Cuba tiene un sistema de salud estructurado en dos niveles en que la población en general es atendida de forma gratuita en instalaciones públicas, y hospitales para turistas administrados por la estatal Servimed, en que el visitante paga por el servicio recibido, la mayor parte procedente de países con patrones de atención médica bajos e instalaciones precarias, o simplemente demasiado caros. La Clínica Central Cira García, en Miramar, es uno de los principales centros de atención de personas que viajan a Cuba para recibir tratamiento médico. Los servicios ofrecidos a los visitantes van desde el tratamiento de la retinosis pigmentaria, una enfermedad degenerativa que afecta a los ojos, a los tratamientos ortopédicos, odontológicos, diagnósticos y las cirugías estéticas. El país ha acogido diversos pacientes importantes, como el jugador de fútbol argentino Diego Maradona, que fue en busca de tratamiento para su adicción a las drogas en el año 2000; el presidente ecuatoriano Rafael Correa y Hugo Chávez, que pasó sus últimos meses de vida combatiendo un cáncer bajo los cuidados de oncólogos cubanos en 2012-2013.

El país está en condiciones de conquistar una porción significativa del pastel global del turismo médico, sobre todo en la medida en que se flexibilicen las restricciones a los viajes en EEUU, dice Ullmann. Él añade que el sistema de doble estructura del país es coherente con el que ofrecen muchos mercados desarrollados, como Reino Unido, a sus ciudadanos mediante sistemas de seguros públicos y privados paralelos. Con la cobertura obligatoria para viajeros a la isla desde 2010, garantizada por la compañía de seguros estatal Seguros Generales de Cuba, el país ya cuenta con una estructura para los servicios de upselling [en que el cliente contrata servicios más caros] cubiertos por políticas electivas de seguros.

Momento de protagonismo

Más de un millón de americanos viajan al exterior todos los años en busca de cuidados médicos. Ellos van a países como Costa Rica, Colombia, India, Israel, Malasia, México, Singapur, Corea del Sur, Taiwan, Tailandia, Turquía, Brasil y Argentina. Cada vez más, las compañías de seguros globales ofrecen cobertura para diversos mercados internacionales. La tendencia hacia los descuentos cada vez mayores en EEUU estimula los viajes para intervenciones y diagnósticos de rutina, señala Ullmann.

Patient Beyond Borders [Pacientes Sin Fronteras], centro de recursos y de publicaciones de información sobre salud para el consumidor en viaje internacional, estima que el mercado del turismo médico global representa entre US$ 38.500 millones y US$ 55.000 millones, lo que incluye servicios auxiliares. Se trata de un mercado que crece más del 15% al año, dice Ullmann, y que Cuba podría fácilmente explotar más. Josef Woodman, autor y fundador de Pacientes Sin Fronteras, dice que Cuba cuenta con el potencial para convertirse en un destino ideal de turismo médico para pacientes procedentes de EEUU, pero advierte de que el país necesitará inversiones más significativas en infraestructura y tecnología "antes de estar preparado para su momento de protagonismo".

Para competir con los mercados más desarrollados de turismo médico internacional, como Singapur, Cuba tendrá que tener equipos más modernos y estar preparada para cuidar de pacientes que hablen inglés, si quieren atraer una cuota mayor del mercado americano. Los pacientes que quieran disfrutar de instalaciones de nivel mundial por una fracción del coste ya cuentan con muchas opciones, observa Woodman. Él cita como ejemplo Health City, una idea original del renombrado cardiólogo indio Devi Prasad Shetty, y que Cuba podría reproducir como producto de turismo médico.

Health City, en las Islas Caimán, está a una hora y veinte minutos de avión del sur de Miami. Se trata de un hospital de tratamiento terciario de alta tecnología inaugurado en marzo de 2014 con servicios clínicos y de diagnóstico multidisciplinares en cardiología, neumología y ortopedia. Las instalaciones deberían ampliar el número de camas de las actuales 104 a las 2.000 en los próximos 15 años.

Health City es una joint venture 30/70 entre Narayana Health, que cuenta con 26 hospitales y un total de 8.000 camas en toda India, y Ascension Health, con sede en EEUU, una institución católica con 18.000 camas en 23 estados. Chandry Abraham, jefe de servicios médicos y director de las instalaciones, dice que Health City escogió Gran Caimán para la instalación de su primera unidad fuera de India debido a la proximidad con el mercado americano y a los incentivos ofrecidos por las autoridades locales.

Entre las concesiones garantizadas por el Gobierno de las islas está el reconocimiento de las cualificaciones médicas de los profesionales indios en el ámbito de Health City, que acepta la cobertura de compañías de seguros locales y está en negociación con compañías de seguros americanas como Blue Cross Blue Shield, observa Abraham. Un marco importante para la institución será la acreditación por parte de la Comisión Conjunta Internacional, situada en EEUU, que Abraham espera sea concedida en mayo y que debería tener como resultado el aumento significativo de pacientes procedentes de EEUU.

"Siguiendo ese modelo, en el caso de un paciente próximo, procedente de EEUU, ya tenga seguro, o no, los tratamientos facultativos o experimentales aún no aprobados por la FDA, son todos meras posibilidades" que Cuba podría explorar, dice Woodman. Cuba tendrá también que presentar los registros de acreditación si quiere tener fuerza en el mercado americano, resalta Abraham. Además de eso, las cualificaciones de sus profesionales médicos tendrán que ser reconocidas, por lo menos dentro de los límites de las instituciones cooperadoras, para que puedan practicar la medicina en EEUU. Álvarez dice que como las cualificaciones de esos profesionales no están reconocidas en EEUU, muchos médicos cubanos que abandonan sus puestos en el exterior vía CMPP acaban descendiendo en la jerarquía y trabajando como enfermeros o asistentes de médicos especialistas, en lugar de ejercer como médicos.

Expandir la biotecnología

Además de la actual contribución de los profesionales cubanos del área médica, y en el futuro, al sector de la salud global dentro y más allá de las fronteras del país, la isla está deseando hacer prosperar sus incipientes industrias biotecnológica y farmacéutica. Aunque los servicios de salud no puedan ser propiedad de extranjeros, el desarrollo de medicamentos no está sujeto a esas restricciones, y Cuba busca de forma activa capital extranjero y socios comerciales en el exterior para llevar adelante su producción de agentes anticancer y de productos para combatir problemas cardiovasculares.

El Centro de Inmunología Molecular (CIM), localizado a 20 minutos al oeste del centro de La Habana en un complejo moderno de laboratorios y almacenes, es fruto del Instituto Nacional de Oncología y Radiología de Cuba, y cuenta con una línea sólida de productos que pretende comercializar. Su medicamento más importante, el Nimotuzumab, un anticuerpo monoclonal humanizado anti receptor del Factor de Crecimiento Epidérmico (EGFR), está siendo comercializado internacionalmente a través de joint ventures en Singapur y en China y por subsidiarias extranjeras después de haberse realizado pruebas clínicas exitosas de tumores en el cerebro, la cabeza y el cuello en Canadá, China, Cuba, Alemania e India.

Normando Iznaga-Escobar, gerente comercial de CIMAB, unidad de marketing de CIM, dice que Cuba giró su atención hacia el exterior en cuanto el país aprobó una ley que promocionaba las joint venture con instituciones extranjeras en 1994. Cuba cuenta ahora con programas de desarrollo en el exterior en los que ha realizado 40 pruebas clínicas en 24 países y registrado más de 1.400 patentes en el extranjero.

CIM y CIMAB se asociaron con YM BioSciences, de Canadá, que invirtió más de US$ 80 millones para llevar Nimotuzumab a la fase III de pruebas clínicas. La droga fue licenciada por la FDA para la realización de estudios clínicos en 2006, un hito para un producto que, según Iznaga-Escobar, hoy se vende en 18 países y genera ingresos de US$ 1.000 millones al año en exportaciones farmacéuticas para Cuba.

YM BioSciences fue adquirida por Giliad Sciences en 2013, e Innokeys, de Singapur, adquirió su parte en la joint venture con CIMAB. Iznaga-Escobar es hoy director científico de la empresa de Singapur dueña de la licencia de comercialización de Nimotuzumab en Canadá, UE, Japón, Australia, Nueva Zelanda y otros mercados asiáticos.

CIMAB quiere atraer compañías farmacéuticas multinacionales para que inviertan en tres joint ventures de manufactura que ya tienen terrenos adjudicados en la Zona Especial de Desarrollo de Mariel, a 60 km al oeste de La Habana.

La brasileña Odebrecht Infraestructura de América Latina concluyó la construcción del Puerto Internacional de Contenedores de Mariel a principios de 2014. El puerto de aguas profundas puede acomodar navíos procedentes del Canal de Panamá y su Zona Económica Especial planea competir con los polos de logística más importantes de la región promoviendo así una variedad de industrias con el objetivo común de sustituir las importaciones por la producción local de alimentos, embalajes, productos farmacéuticos y de construcción, entre otras cosas.

Aunque Iznaga-Escobar sea optimista respecto a las perspectivas para la industria biotecnológica médica de Cuba, él observa que la principal patente de Nimotuzumab expira en 2017, y el CIM necesita continuar desarrollando su línea de productos para someter nuevos productos a pruebas clínicas y ponerlos en el mercado. Además de Nimotuzumab, las drogas más prometedoras que CIM planea desarrollar en asociación con empresas internacionales de biotecnología son las vacunas anticancer EGF para el tratamiento del cáncer de pulmón de células no pequeñas Vaxira y CIMAVax, señala Iznaga-Escobar.

Hay negociaciones en marcha con varias multinacionales farmacéuticas, dice Iznaga-Escobar. Otras numerosas instituciones bajo el amparo de BioCuba Farma se disputan también el capital extranjero con el objetivo de establecer o de acelerar la producción de drogas genéricas, contraceptivos y agentes inyectables, tanto para sustituir las importaciones como para aumentar las divisas por exportaciones. En iniciativas de ese tipo y en todas las actividades relacionadas con la biotecnología médica, el Gobierno cubano insiste en retener la parte mayoritaria del negocio, indica Iznaga-Escobar.

 

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