Energía e infraestructuras despertarán interés, pero no del 'private equity' convencional.

Ni el previsible inicio de la desconexión de los británicos con Europa tras el Brexit, ni las elecciones clave que habrá en distintos países del continente, ni las dudas ante el próximo aterrizaje de Donald Trump en la Casa Blanca. Ninguno de los grandes y potentes factores de inestabilidad que envuelven las finanzas internacionales ha derribado por ahora la fe de los fondos de capital privado en 2017.

«Sera un año de intensa actividad inversora en España», aseguraba Alberto Bermejo, socio de Magnum Capital, una de las principales gestoras españolas de private equity, en un acto organizado ayer por el servicio de información de mercados Transactional Track Record (TTR), con la colaboración de Deloitte, entre otros. En esta visión coincidieron otros participantes en el evento, como Juan Orbea, responsable de M&A (fusiones y adquisiciones, por sus siglas en inglés) de Banco Santander.

Parte de las buenas perspectivas para 2017 que albergan estos expertos vienen dadas por la cada vez más patente incapacidad del año que está a punto de acabar de satisfacer las expectativas que había generado. En diciembre de 2015 las previsiones que se hacían desde el sector eran si no iguales a las actuales, sí muy parecidas. Pero los datos de inversión efectiva han rebatido el pronóstico.

Según los cálculos de Ascri, la patronal del capital riesgo en España, el volumen de inversión de los fondos en el país se situaba en 2.158 millones de euros a 30 de septiembre, un 2% menos respecto a los nueve primeros meses de 2015. Pese a que ha sido «un año razonable», apuntaba Enrique Gutiérrez, socio director de Financial Advisory de Deloitte, «esperábamos más».

 

La decepción solo afecta a las compras directas y no incluye las habituales adquisiciones que los fondos materializan desde sus empresas participadas (conocidas en el argot financiero como build ups). Éstas han sido abundantes en 2016, tanto en España como en Europa, matizó Bermejo. Pero dejando esa vertiente a un lado, resulta poco probable que el nivel de inversión del private equity en España alcance la cota que se anticipaba desde la industria doce meses atrás.

«Habrá que aguardar a que termine el año para realizar balance, porque es habitual que el cuarto trimestre concentre muchas operaciones y eso puede hacer variar las cifras de un mercado como el español donde solo unas pocas grandes operaciones cambian el signo», advirtió el directivo de Magnum. «Aunque pensábamos que sería un año con más deal flow[flujo de transacciones], porque se daban varias circunstancias favorables: la situación económica del país es buena, hay dinero y también deuda barata», explicó.

Sectores atractivos

Dado que estos aspectos todavía acompañan, en los círculos de inversión existe una corriente mayoritaria que considera que la explosión de transacciones de compra que se avanzaba para 2016 solo se ha aplazado. Y de ahí la optimista bienvenida que se da al año entrante.

Orbea, no obstante, quiso apoyar esto que a priori parece una intuición con algunas evidencias que observan desde Banco Santander: «Será un buen año no solo por los procesos que sabemos que están en marcha y que no se cerrarán hasta el primer trimestre de 2017, sino también por el pipeline [canal] de operaciones que tienen que salir el año que viene al mercado».

Muchas de esas transacciones se producirán en energía, sobre todo en renovables, y en infraestructuras, indicaron los expertos reunidos este lunes por TTR. «Estos seguirán siendo sectores muy atractivos», subrayó Orbea. Con todo, estas oportunidades se adaptan a las preferencias de un tipo de inversor específico o de fondos soberanos y no tanto del private equity convencional. Para las gestoras de capital riesgo tradicionales, el radar seguirá enfocando a los negocios vinculados con el consumo y la salud y el bienestar, constató Bermejo.

Source: Expansión - Spain